365 días para cuidarse

Realmente me hace mucha gracia esa gente que te dice, allá por marzo o abril, eso de: voy a cuidarme que viene el verano. ¿Y qué pasa? ¿Qué el resto del año es mejor vivir a lo loco? No sé… creerán que cuidándose tres o cuatro meses al año arreglan todo el desenfreno vivido y el machaque que lleva nuestro organismo el resto del tiempo, pero la cosa no funciona así.

¿Se pueden hacer excesos? Sí, por supuesto. Nadie se va a morir por pasarse un día con la comida, ni con el sedentarismo, ni con la consola o con la televisión. Nadie, por un día, sufre consecuencias, pero el problema es cuando ese día se convierte en muchos y esos muchos se convierten en rutina y la excepción es el día en el que te cuidas. Ahí es cuando las cosas se tuercen y ya no hay vuelta atrás.

Todo el año en forma

Yo, como ya habréis imaginado, me cuido muchísimo, pero no porque haga el sacrificio para lucir un buen cuerpo, en forma y tonificado en verano, sino porque me gusta cuidar, asís de sencillo. Me gusta levantarme por las mañanas con energía, notar que mis músculos reaccionan bien en cualquier situación, me gusta sentirme en sintonía y odio el día en el que me levanto con los músculos entumecidos y la cabeza como un bombo. En definitiva: me gusta estar sana, muy sana, tanto por dentro como por fuera. Para ello hago ejercicio, mínimo tres o cuatro veces por semana, como de manera sana y equilibrada, cuido mi piel y tomo aportes vitamínicos naturales. Normalmente compro mi comida en supermercados ecológicos. Hay uno cerca de mi casa que es bastante económico y los empleados un encanto pero como imagino que ese os interesará poco, sobre todo a los que no viváis en Teruel, os recomiendo saludatenea.com, un herbolario online que cuenta con supermercado y tiene unos precios muy interesantes.

Eso es lo que aconsejo yo comer TODO EL AÑO, no sólo en verano. Unos menús sanos, equilibrados, donde haya fibra, proteína y carbohidratos. Vamos, lo típico que diría cualquier nutricionista y que todos sabemos pero muy pocos siguen al pie de la letra. Ahora bien, solo hay una pregunta con respecto a este tema en verano que tolero: ¿Qué helados puedo tomar para cuidar mi dieta?

A todos nos gusta tomar helado, a mí la primera, pero la mayoría de ellos llevan más grasas saturadas que los bollos de Bimbo. En otras palabras: que tienen poco de “sanos” y mucho de “grasos”. Por eso, no es de extrañar, que nos preguntemos que tipo de helados podemos comer sin tener miedo a la báscula tras pasar el verano. Pues bien, aquellos que estéis pensando en helados sin azúcar para diabéticos olvidadlo. Una cosa es que no lleven azúcares y otra muy distinta es que no lleven grasa y mil y un conservantes. En mi opinión, y bajo mi experiencia, los helados más sanos son aquellos provenientes del yogurt porque la gran mayoría se fabrican con leche desnatada y son muy bajos en grasas. Mi marca favorita de yogurt helado es Smöoy, un helado de yogurt prebiótico, rico en calcio, bajo en grasa, rico en fibra y sin gluten que además tiene un sabor delicioso. Yo suelo acompañarlo de trocitos de fresa y plátano pero puedes ponerle muchísimos topping, algunos más grasos que otros claro está.

Otra opción son los cremosos de limón de la marca hacendado, tienen muy pocas calorías y saben a sorbete de limón y, como no, los típicos flashes o polos de hielo. Estos tienen cero grasas y si los encuentras bajos en azúcares son ya el colmo de la salud y el fresquito.

Por todo esto cuando me preguntan ¿qué puedo hacer para cuidarme este verano? Siempre contesto lo mismo: cuidarte también el resto del año y tomar cosas fresquitas y bajas en grasa. Esa es mi clave el éxito.

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