Ahora que el verano ya está comenzando a dejarse sentir, es el momento de pensar en disfrutar de la naturaleza, el aire libre, la playa, el sol, el mar…, pero también es el momento de pensar en nuestro pelo, y el verano es una estación un tanto complicada para él, el cloro de las piscinas, la sal del mar, los rayos del sol… influyen de manera negativa en su salud, se vuelve quebradizo, áspero, pierde vitalidad, brillo…Es por esto por lo que debemos cuidarlo y protegerlo, y para ello podemos acudir a uno de los centros que tiene Avenue Hair Salon donde profesionales de la peluquería se dedican a cuidar la salud del cabello, diagnosticando y tratando sus diferentes patologías o ayudando a prevenir su aparición, a la vez que mejoran estéticamente la forma y color del mismo, con una cuidadosa elección del mejor producto del mercado, lo que unido a una continua formación de sus profesionales sobre las últimas tendencias, los mejores productos y las técnicas más novedosas, componen la fórmula ganadora que garantiza el éxito y la satisfacción total de sus clientes. Es por ello por lo que, llegados a esta época, debemos más que nunca, cuidar nuestro pelo y una de las formas más eficaces de hacerlo es mediante la aplicación de aceites específicos.
La aplicación de diferentes tipos de aceites en el cabello es una tradición más propia de zonas asiáticas, más concretamente de países como la India puesto que ellos, desde hace muchos años conocen las propiedades y beneficios que este tipo de tratamientos aporta al cabello y al cuero cabelludo y que como nosotros ahora conocemos, son múltiples. Es por esto por lo que a continuación os mostraremos cuáles son los aceites más utilizados:
– Aceite de Oliva. Lo más recomendable es utilizar aceite virgen extra, por su alto contenido nutricional, pues cuanto mayor sea la calidad del producto mayores serán sus beneficios, de este modo es un excelente aliado para el fortalecimiento y crecimiento del cabello, aportándole elasticidad y brillo. Es un buen reparador de los estragos que causa en nuestro pelo una larga exposición solar, por su alto contenido en polifenoles y vitamina E, ambas sustancias con un gran efecto antioxidante. Tiene un gran poder hidratante, al evitar la evaporación del agua, ayudando a disminuir cualquier picor, irritación, caspa, heridas o incluso la aparición de piojos.
– Aceite de coco. Compuesto principalmente por ácidos grasos actúa como un potente fungicida, por lo que ayuda a la prevención de la aparición de piojos, la dermatitis o la psoriasis y es un tratamiento anticaspa fabuloso. Al ser un elemento rico en vitaminas E y K, proteínas, magnesio o hierro, protege la piel y el cuerpo cabelludo, actuando como un perfecto desenredante y acondicionador para el cabello.
– Aceite de almendras. Es muy rico en ácidos grasos y Omega 3, por lo que favorece la salud y recuperación de la cutícula del cabello, impidiendo su descamación y la pérdida de hidratación, eliminando el encrespamiento, a la vez que aporta brillo.
– Aceite de romero. Debido a sus propiedades es un perfecto antiséptico y fortalecedor del cabello, especialmente indicado para personas que sufren problemas de caspa, de caída, con pelo muy fino o frágil, retrasa la aparición de las canas y reduce el exceso de grasa.
– Aceite de ricino. Contiene ácido ricinoleico, además de ácidos grasos Omega 3, 6 y 9 y vitamina E, por lo que favorece el crecimiento natural del pelo, aportando brillo, suavidad, hidratación o volumen, actúa como anti encrespamiento y desenredante.
¿Cómo se deben aplicar estos aceites?
La mejor forma de aplicarlos es masajeando el cuero cabelludo con las manos, para conseguir una máxima absorción de los nutrientes, y, posteriormente continuar con este masaje en la totalidad del pelo, poniendo especial interés en las puntas, la parte que generalmente se encuentra más dañada, seca, debilitada o quebradiza. Es interesante que tras su aplicación se deje actuar un tiempo sobre el cabello. La cantidad de producto a utilizar será generalmente de una o dos cucharadas, si bien siempre dependerá del tipo de cabello de cada persona, pues lógicamente un cabello seco o dañado necesitará más cantidad de producto que uno graso o en buenas condiciones.