De la cuna a la cama de 90

De unos años a esta parte hay una tendencia bastante prominente que lleva a madres y padres a no preparar la habitación del bebé tal y como se hacía hace antes. Esta tendencia dirige su vista hacia la eficiencia y el aprovechamiento del mobiliario de modo que aquello que no tiene sentido gastar, no se compra y, por supuesto no se utiliza.

Atrás quedaron esos años en los que las abuelas regalaban a sus nuevos nietos y nietas una habitación con un conjunto de muebles que iba desde la cuna, la cama infantil para cuando dejara la cuna, el armarito con ositos dibujados y la cajonera de tiradores color pastel. Ahora somos mucho más racionales, y aunque a veces la ilusión nos puede, gastar tanto en algo que dura tan poco ya no se lleva.

La cama infantil, por ejemplo, es un mueble que puede durar desde los 2 años aproximadamente hasta los 8 o 9, pero no más, porque luego se les queda pequeña en la mayoría de los casos, teniendo entonces que comprar una segunda cama con medidas estándar de 90cm. Y es que las camas infantiles suelen tener una medida de 70 x140 cm aproximadamente, por lo que tanto de ancho, como de largo, se suele tener que cambiar la misma antes de cumplir los 10.

Ikea, en su astucia, aprovechó esta tendencia hacia la usabilidad y aprovechamiento del espacio y la economía, creando camas extensibles que se adaptan al crecimiento del niño. La idea es que la cama empiece siendo muy pequeña y los padres puedan ir alargándola a medida que el niño va creciendo de modo en que al principio se ahorra espacio y luego se llega hasta una medida estandarizada. La idea es buena, no digo yo que no, pero la realidad es que esas camas siguen siendo más pequeñas que las de 90cm de toda la vida, incluso una vez abiertas completamente, por lo que los nuevos padres de hoy en día se preguntan ¿para qué?

Lo que ya no hace falta

¿Necesitamos por tanto una cama intermedia entre la cuna y la cama de 90cm? No, para nada. Esto ha sido más bien un invento de los fabricantes de muebles para vender más y, de mismo modo, ¿es necesario tener un armario pequeño para usarlo cuando el niño es pequeño y luego comprar uno de tamaño normal cuando cumple los 12 años? No tiene sentido, y mucho menos en un momento en el que la sociedad comprometida está intentando reutilizar, reciclar y reparar cualquier producto antes que tener que comprar uno nuevo con la intención de ser respetuosos con el medio ambiente, y de paso con nuestros bolsillos.

La familia de hoy en día prefiere comprar los muebles básicos que necesitarán para el bebé, como la cuna, el cambiador y a bañera, y luego pasar directamente un dormitorio juvenil que puede durar tantos años como cuidado tengan.

Para conseguir esto solo hay que tener en cuenta algunos aspectos de seguridad mínima. Para empezar es importante comprar la típica barrera de cama que evite que caiga al suelo mientras duerme. Las hay de dos tipos, abatibles, que se colocan en un ángulo de 90 grados y quedan sujetas por debajo del colchón a través de una barra de metal, y las sujetas con correa o cinta de seguridad, que se ciñe al otro lado del colchón.

También debemos anclar o a la pared todo el mobiliario infantil que haya en la habitación, desde cajoneras hasta baúles o estanterías. Los niños tienden a escalar los muebles para coger objetos o por pura diversión y no sería la primera vez que ocurre una desgracia al caer el mueble sobre el pequeño.

Colocar protectores de silicona en las esquinas de la cama y resto de muebles si estas no son redondeadas es primordial para la seguridad del niño, así como evitar cualquier elemento de cristal, como mesitas auxiliares o adornos.

Si pones un escritorio en la habitación para cuando empiecen a hacer deberes o quieran hacer manualidades o dibujar olvídate de los escritorios adaptados a edades tempranas porque tendrás que cambiarlos pronto, igual que la cama o el armario. Es mejor que optes por un escritorio de tamaño estándar, incluso sería interesante que pensaras en comprar un escritorio que pudiera servir después para instalar un ordenador en un futuro.

Sea como sea, la realidad es que estamos en un momento en el que el ahorro y la eficiencia empiezan a ir de la mano y es algo que deberíamos potenciar aún más, sobre todo de cara al futuro de las nuevas generaciones ¿o no?

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