Puede sonar rarísimo pero hace unas semanas descubrí un nuevo establecimiento cuyo eslogan reza: los mejores tratamientos de tecnología estética. Me quedé un poco a cuadros, sinceramente, pero como tenía cierta prisa pasé de largo. El problema es que como todo lo relacionado con este mundo me llama poderosamente la atención, no pude evitar regresar al día siguiente, con algo más de tiempo, para informarme sobre aquella nueva empresa. Al entrar comprobé que todo estaba decorado como el típico centro de belleza, con colores claros, posters de fotografías donde diferentes partes del cuerpo llamaban poderosamente la atención y una especie de recepción con una chica sonriente que, amablemente, respondió a casi todas mis preguntas.