La cantidad de horas que pasamos delante de dispositivos como ordenadores, móviles o tablets nos está pasando factura cada vez a más personas. Los ojos, a causa del brillo de las pantallas, están cada vez más dañados y no es inusual ver a cada vez más gente frotándoselos o echándose gotas para evitar ese escozor que hace, en ocasiones, muy complicada la tarea de cada día.
Otra de las consecuencias del uso desmedido de dispositivos informáticos es, directamente, la pérdida progresiva de nuestro campo de visión. Hoy en día el porcentaje de personas que utilizan gafas se ha multiplicado notablemente y una de las causas de que esto sea así tiene que ver con el uso masivo de esos elementos que comentaba.
Mi caso es uno de los tantos ejemplos que existen en ese sentido. Tengo 28 años y soy periodista. Tras acabar la carrera y especializarme con un máster, fui contratado por un periódico como redactor, una cuestión que iba a condicionar completamente mi modo de vida. Y lo iba a hacer de tal modo que me obligaba a pasar más de 10 horas al día delante de un ordenador. Un auténtico peligro para mis ojos y mi visión.
No tardé en sufrir las primeras consecuencias de mi trabajo. Comencé a tener picores en los ojos y a tener problemas al enfocar mi mirada en algún punto. De primeras no me quise poner nervioso, pero al darme cuenta de que el problema comenzaba a ser crónico mi preocupación ascendió y decidí acudir a la óptica. Allí me dijeron lo que ya me esperaba: necesitaba gafas de un modo urgente.
Yo era de aquellos que nunca había llevado gafas. Mentiría si dijera que me apetecía portar unas. Creía que el mero hecho de llevarlas afectaría a mi estética, algo por lo que siempre me he preocupado un montón. Si tenía que hacerlo, necesitaba unas que me convencieran y que me sentaran bien.
Intenté encontrar mis gafas perfectas de una manera diferente a la que solía hacerlo la mayoría de la gente. Lo hice a través de Internet, porque los modelos disponibles en mi óptica no me gustaban en absoluto. Y así es como descubrí la página web de Medical Óptica, una tienda online a través de la cual podría obtener unas gafas graduadas y que sí correspondían con lo que yo demandaba. Me hice con unas de la marca Dior y también adquirí unas gafas de sol para cuando tuviera que conducir.
Recuperando la normalidad en mi vida
Al principio me costó adaptarme tanto a un par como al otro. Pero era cuestión de tiempo que terminara haciéndolo y que de esta manera se acabaran los problemas de visión que venían azotándome durante los últimos meses. Poco a poco fui notando la mejoría: conseguía enfocar mejor el punto al que miraba y mis ojos dejaron de escocerme por completo.
En una profesión como la mía, a la que hay que dedicar mucho tiempo y todo ese tiempo vivirlo con intensidad, es importante tener los cinco sentidos en alerta en cada momento. Antes, uno de los míos fallaba con asiduidad. Me molestaba e impedía que realizara mi trabajo con la profesionalidad y rapidez que se esperaba de un joven entregado y concienciado para ello. Ahora, por suerte, las gafas me han devuelto ese puntito de amor por el trabajo.
El tema de la estética lo sigo cuidando y muy bien. Las gafas que compré en Medical Óptica me sientan de maravilla, como muchas otras de las que hacían gala en el catálogo. A su vez, las gafas de sol las utilizo a menudo y, como también están graduadas y tienen un diseño de lo más moderno, son totalmente de mi agrado.