Estos son los tratamientos para curar las enfermedades en las encías.

Tratamiento para encías

Acudimos al dentista, principalmente, para tratar las dolencias que padecemos en los dientes. Sin embargo, las encías son una parte de nuestra boca expuesta a enfermedades, algunas de ellas de considerable gravedad. Te hablamos de ellas y de los tratamientos que se utilizan para curarlas.

Las encías sufren enfermedades silenciosas y progresivas. No nos suelen provocar esa sensación insufrible de un dolor de muelas. Aun así, avanzan lentamente devastando nuestra boca. Las enfermedades periodontales, nombre clínico que reciben las enfermedades en las encías, son las responsables, entre otras cosas, de la caída de piezas dentales en adultos.

El origen de estas enfermedades está, en lo fundamental, en una incorrecta higiene dental. Sin embargo, intervienen otros factores como los cambios hormonales, factores hereditarios o el estado de nuestro sistema inmunológico.

La gingivitis y la periodontitis son las dos enfermedades más habituales en las encías. Obedecen a una infección bacteriana de los tejidos blandos de la boca. La misma placa bacteriana que nos provoca ciertas enfermedades en los dientes, como la caries, pueden actuar sobre las encías. La periodontitis, de hecho, suele corresponderse con una evolución, cada vez más agresiva, de una gingivitis no curada.

El blog de Tot Dental, una clínica odontológica de Sant Adriá del Besos (Barcelona) que lleva más de 18 años tratando estas enfermedades, señala la relación que existe entre la periodontitis y las enfermedades cardiovasculares.

Este es un asunto que lleva preocupando a la comunidad médica en los últimos años. Y es que cuando la placa bacteriana penetra dentro de las encías, estas bacterias pueden introducirse en el torrente sanguíneo, multiplicando los riesgos de sufrir un accidente cardiovascular.

Veamos más en profundidad estas enfermedades y las técnicas que se utilizan para curarlas.

La gingivitis.

La gingivitis es una infección de origen bacteriano que afecta principalmente a la zona de las encías que cubre la raíz del diente. Su aparición está estrechamente relacionada con una higiene dental deficiente, ya que la falta de limpieza adecuada favorece el desarrollo de bacterias que terminan dañando el tejido gingival.

En la boca, las bacterias se combinan con restos de alimentos, especialmente azúcares y almidones, generando una capa fina y pegajosa conocida como placa bacteriana. Si no se elimina mediante el cepillado diario, esta placa se endurece bajo la línea de las encías y se transforma en sarro. El problema del sarro no es solo que sea difícil de eliminar, sino que además protege a las bacterias, permitiendo que sigan atacando las encías de una forma más persistente.

Como consecuencia de ello, las encías comienzan a mostrar signos de inflamación: se enrojecen, se inflaman y sangran con facilidad, sobre todo al cepillarse los dientes. Hay ciertos factores que aumentan el riesgo de sufrir gingivitis, como el tabaquismo, la sequedad bucal, una dieta pobre en vitamina C, la presencia de dientes apiñados que dificultan la limpieza, y por supuesto, una rutina de higiene bucal poco efectiva.

Los desequilibrios hormonales también desempeñan un papel importante. Durante el embarazo, por ejemplo, el aumento de ciertas hormonas como los estrógenos puede hacer que las encías se vuelvan más vulnerables a la acción de las bacterias. Lo mismo puede ocurrir con el uso de anticonceptivos orales o en determinados momentos del ciclo menstrual.

Detectar la gingivitis a tiempo es clave para curarla. Cuanto antes se actúe, más fácil será revertir la situación y evitar complicaciones. Si no se trata correctamente, la infección puede avanzar hacia formas más graves de enfermedad, como la periodontitis.

Cómo se trata la gingivitis.

Con lo que nos hemos documentado, hemos descubierto tres vías para combatir la gingivitis. Son vías complementarias y en las que se hace más hincapié en una o en otra dependiendo del nivel de gravedad de la enfermedad.

La primera de ellas es seguir una higiene bucal adecuada. En este sentido, debemos cepillarnos los dientes dos o tres veces al día, usando una pasta dentífrica específica para encías sensibles. En el último cepillado del día, reforzaremos la limpieza utilizando hilo dental con suavidad, evitando que el hilo roce las encías. Es recomendable completar cada limpieza con un colutorio o un enjuague bucal que nos ayude a eliminar la mayor cantidad posible de placa bacteriana.

Es recomendable que esta rutina de limpieza esté supervisada por nuestro dentista de cabecera. Que sea él quien nos recomiende los productos de limpieza que debemos utilizar. A fin de que las encías no se sientan irritadas.

El alisado radicular o raspado, un tipo de limpieza profesional que se practica en las clínicas dentales, es un remedio efectivo para tratar la gingivitis. Debemos ser conscientes de que el sarro no lo podemos eliminar con el cepillado corriente, por lo que debemos recurrir a soluciones profesionales para evitar que la gingivitis avance. Este raspado suave, para el cual se utilizan técnicas ultrasónicas y herramientas manuales, logra arrancar el sarro de la línea en la que se une la encía con el diente.

La revista Elsevier nos habla también del empleo de fármacos y antibióticos para el tratamiento de la gingivitis. Debemos partir de que la gingivitis es una enfermedad multi-bacteriana, en la que intervienen diferentes tipos de bacterias.

Normalmente, este tratamiento suele durar unos 5 días y se recurre a él cuando se aprecia una inflamación de las encías o un cambio de color (rojo vivo o morado) que nos alertan de la gravedad de la infección.

Los fármacos a utilizar deberán ser recetados por nuestro dentista y se utilizan para bajar la inflamación, complementando su actuación con los métodos antes descritos. Es decir, estos fármacos por sí mismos no curan la gingivitis.

La periodontitis.   

La periodontitis es una fase avanzada y más grave de la gingivitis. En este caso, la acumulación de placa bacteriana ha logrado penetrar por debajo de la línea de las encías, accediendo al espacio que hay entre el diente y el tejido blando. Esta invasión permite que las bacterias se instalen en la parte interna de la encía, donde forman bolsas profundas que alojan más placa, multiplicando el daño.

A medida que la enfermedad progresa, estas bolsas bacterianas comienzan a destruir tanto la superficie del diente como la encía misma, e incluso llegan a afectar el hueso alveolar, que es la base ósea encargada de sostener las piezas dentales. Es precisamente esta destrucción progresiva lo que convierte a la periodontitis en una de las principales causas de pérdida de dientes en adultos.

La evolución suele variar en intensidad. En su fase inicial, la infección empieza a penetrar ligeramente bajo la encía. Cuando pasa a un estadio moderado, se forma una bolsa más definida, donde las bacterias se multiplican con mayor facilidad. En su etapa más severa, estas bolsas avanzan hacia la raíz del diente, comprometiendo su estabilidad de manera irreversible.

El impacto de la periodontitis no se queda solo en la boca. Estudios científicos han demostrado que esta enfermedad puede tener consecuencias a nivel sistémico. Las bacterias presentes en las encías pueden pasar al torrente sanguíneo, generando una respuesta inflamatoria generalizada en el organismo. Esta situación se asocia con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, como infartos de miocardio o accidentes cerebrovasculares.

La inflamación crónica generada por esta infección  puede afectar negativamente a las arterias, favoreciendo la formación de placas ateroscleróticas en las vías sanguíneas.

Por eso es fundamental tratar la periodontitis lo antes posible. No solo para evitar la pérdida de dientes, sino para proteger la salud general del paciente.

Tratamientos para la periodontitis.

La revista científica Periodoncia Cínica, editada por la Sociedad Española de Periodoncia, señala que por suerte la mayoría de los casos de periodontitis se pueden tratar y eliminar. Como es lógico, se utilizará un tratamiento u otro dependiendo del nivel de desarrollo y de su agresividad.

Una de las técnicas a las que se suele recurrir es al alisado radicular o curetaje. Para estos casos, esta limpieza profesional se hace más profunda e intensa que en la gingivitis. El odontólogo no solo opera en la parte visible del diente, sino que penetra dentro de la encía, buscando y eliminando las bolsas de placa bacteriana.

En los casos más graves, el alisado radicular no suele ser suficiente, por lo que hay que recurrir a una intervención quirúrgica. Para ello, el cirujano debe abrir una incisión en la encía, limpiar toda la zona afectada y eliminar el tejido dañado.

Es habitual que antes y después de la operación se recurra al empleo de antibióticos y analgésicos para debilitar la acción de las bacterias, aliviar el dolor y facilitar la cicatrización de la herida.

Cada caso de periodontitis es único. Por lo que es complicado determinar cuánto puede durar un tratamiento de este tipo. Lo habitual suele ser entre uno y tres meses. De todos modos, es importante hacer un seguimiento desde la clínica para evitar que la enfermedad reaparezca.

Durante ese tiempo en el que el paciente sigue bajo la supervisión de su odontólogo, es clave seguir a rajatabla sus indicaciones. Entre ellas puede estar, dejar de fumar y seguir una estricta rutina de higiene dental diaria.

Las encías son una parte de nuestra boca a la que debemos prestar atención.

 

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